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Democracia digital: oportunidad y desafío

Democracia digital: oportunidad y desafío

La tecnología abre el camino para la configuración de nuevas modalidades de participación ciudadana, al instaurar mecanismos participativos innovadores que fomentan la inclusión en los actuales procesos democráticos y, en algunos casos, originan sistemas completamente nuevos. Estas soluciones digitales posibilitan perspectivas vanguardistas en torno a la participación ciudadana, potenciando la responsabilidad y la transparencia entre la ciudadanía y los gobiernos. De esta forma, se favorece la evolución de las instituciones fundamentales en sociedades democráticas e inclusivas (1).

La democracia a nivel global se encuentra en una coyuntura que demanda soluciones renovadoras para su fortalecimiento. Durante 2020, año en que los gobiernos de todo el mundo centraban su atención en abordar la pandemia de Covid-19, el Índice de Democracia de The Economist Intelligence Unit reportó la puntuación global promedio más baja desde su creación en 2006. Dicho índice se basa en cinco categorías: proceso electoral y pluralismo, funcionamiento del gobierno, participación política, cultura política y libertades civiles. En 2022, se esperaba un repunte en este índice a nivel global; sin embargo, tal recuperación no se materializó y las cifras siguen por debajo de los niveles previos a la pandemia (2). De forma paralela, el informe de 2022 sobre el Estado Global de la Democracia, elaborado por Internacional Idea, enfatiza que la democracia atraviesa una situación crítica a nivel mundial, con un mayor número de países avanzando hacia el autoritarismo en lugar de progresar hacia la democracia (3).

Carlos Scartascini, destacado economista del Departamento de Investigación del Banco Interamericano de Desarrollo, subraya que la desconfianza en el sector público constituye un obstáculo para el correcto funcionamiento de la democracia y el crecimiento inclusivo. Este factor reduce la capacidad de los ciudadanos para demandar políticas y servicios públicos de calidad óptima (4).

Ante este escenario, la implementación amplia e inclusiva de la democracia digital puede ofrecer panoramas alentadores.

Democracia Digital

Las definiciones minimalistas de democracia digital se fundamentan en otorgar a los ciudadanos un acceso mejorado a la información gubernamental y habilitar su interacción con el gobierno mediante servicios públicos digitales y consultas. En contraposición, las visiones maximalistas añaden otra dimensión, al imaginar un papel más activo para los ciudadanos, permitiéndoles colaborar con el gobierno y tener influencia en la toma de decisiones y su implementación. La distribución de poder entre el gobierno y los ciudadanos determinará el tipo de innovación democrática facilitada por la democracia digital (5). 

Este factor nos permite distinguir cuatro categorías: 

  1. DemocraciaDemorcacia directa: todos los ciudadanos votan y deciden directamente de forma vinculante.
  2. Democracia Participativa: los ciudadanos desempeñan un papel activo en el proceso de toma de decisiones. A diferencia de la democracia directa, este enfoque va más allá de un simple voto binario de sí o no y puede involucrar decisiones más complejas, como la asignación presupuestaria. Aunque en algunos casos las decisiones pueden ser tomadas por un órgano representativo, la democracia participativa busca fomentar la participación ciudadana en diversas etapas del proceso de toma de decisiones.
  3. Democracia deliberativa: implica que los ciudadanos participen en discusiones y deliberaciones sobre asuntos de interés público en entornos controlados. A diferencia de otros modelos democráticos, los ciudadanos no poseen la capacidad de transformar directamente estas opiniones en políticas concretas.
  4. Democracia representativa: los ciudadanos votan y eligen a personas para que representen sus intereses en la formulación de políticas gubernamentales (5).

La democracia digital establece un diálogo con el concepto de gobierno digital a través de la transparencia. A pesar de que estos dos términos se utilizan con frecuencia de manera indistinta, no son sinónimos. Un gobierno potenciado mediante estas tecnologías busca la generación de valor público (6), mediante la digitalización de trámites y servicios, la mejora en la transparencia de la gestión al divulgar sus datos, y la optimización de la eficiencia administrativa en su totalidad. De acuerdo con la OECD, un gobierno digital se caracteriza por ser digital por diseño, impulsado por datos, funcionar como plataforma, tener una predisposición hacia la apertura, centrarse en el usuario y ser proactivo (7).

Es importante señalar que un gobierno digital altamente eficiente no garantiza automáticamente un éxito en términos de democracia digital. Tal gobierno puede brindar a sus ciudadanos la posibilidad de realizar todos los trámites de manera online y comunicar su gestión de forma transparente, pero puede carecer de mecanismos de participación y consulta digital que permitan a su población ser escuchada más allá de las elecciones estipuladas en el calendario electoral. No obstante, es relevante destacar que una implementación efectiva de uno puede fomentar la confianza necesaria para el éxito en la implementación del otro (8).

Oportunidades

La implementación exitosa de una democracia digital, amplía la participación ciudadana y la variedad de las voces representadas, y eleva el nivel del debate al incluir más expertos en el proceso deliberativo.

Más ideas y propuestas

La democracia digital ha demostrado tener un impacto positivo en la participación ciudadana y en la confianza de los ciudadanos hacia sus gobiernos, especialmente cuando estos sienten que son parte integral del proceso. La aplicación de tecnología facilita la ejecución de procesos a gran escala, capaces de trascender fronteras nacionales y regionales, y de tener lugar simultáneamente en diferentes ciudades. A diferencia de los métodos presenciales convencionales, estas estrategias digitales simplifican la recogida de información de un vasto número de ciudadanos (9).

La democracia digital tiene la capacidad de facilitar el acceso de la comunidad, especialmente en términos de obtener y expresar información de manera más accesible. Esta mayor participación puede resultar en un aumento de confianza de la población en su gobierno (10).

Mayor inclusión

La participación digital ciudadana permite la colaboración entre distintos actores en variadas instancias, favoreciendo así la construcción de un enfoque basado en la inteligencia colectiva que se va ampliando y enriqueciendo con el paso del tiempo. De manera similar, esta participación puede ser potenciada y extendida al garantizar una representación inclusiva que brinde voz a las minorías y a los grupos históricamente excluidos (11).

La democracia digital también promueve la inclusión de aquellas personas introvertidas que pueden carecer de confianza en sus habilidades de comunicación oral, un aspecto esencial en el contexto de la política tradicional. La tecnología, en este sentido, disminuye las barreras para la comunicación, permitiendo que estas personas puedan participar de manera libre y activa (12).

Más expertos en el debate

Tradicionalmente, el proceso de formulación de políticas públicas se ha visto restringido por su naturaleza cerrada, impidiendo la incorporación efectiva de experiencias variadas. Un estudio realizado en el Reino Unido descubrió que, a pesar del uso de herramientas de software disponibles, solo el 27% de los empleados del sector público afirmaron tener la capacidad de encontrar personas con la experiencia requerida cuando necesitaban realizar consultas para un proceso de esta naturaleza. Al reducir las barreras para la participación, la democracia digital puede facilitar una mayor cantidad y diversidad de aportaciones expertas durante este proceso (13).

Oportunidades aprovechadas

Ciudades inteligentes como Seúl, Barcelona y Chicago están a la vanguardia en la incorporación de procesos digitales para la toma de decisiones de manera colaborativa y distribuida, enfocándose en la resolución de problemas urbanos. Esta tendencia se extiende igualmente a otras urbes, donde se utilizan herramientas digitales para implicar a los ciudadanos en todas las fases de la gestión urbana, desde la planificación hasta la prestación de servicios (14).

A escala nacional y supranacional, destacan ejemplos de democracia digital como el Gran Debate en Francia, la Iniciativa Ciudadana Europea, y la plataforma digital de Taiwán. El Gran Debate, respuesta a las protestas de los chalecos amarillos, congregó 1,8 millones de contribuciones online, si bien su impacto es objeto de discusión (15). La Iniciativa Ciudadana Europea habilita a los ciudadanos para solicitar a la Comisión Europea la propuesta de nuevas legislaciones, una vez se recogen un millón de firmas (16). En Taiwán, su avanzada plataforma digital une blockchain e inteligencia artificial para promover la interacción segura y la deliberación entre los ciudadanos (17). 

Un caso emblemático de éxito en la conjunción de gobierno digital y democracia digital es el de Estonia. Este gobierno digital permite a los ciudadanos proporcionar sus datos personales solo una vez, economizando tiempo y recursos, y brinda confianza a la población con su X Road de interconectividad de datos y su rigurosa ley de manejo de datos por parte del sector público, entre otras acciones (18). Esto ha contribuido a que su democracia digital se convierta en un caso de éxito: los ciudadanos de este país pueden votar a sus autoridades de manera presencial u online. En marzo de 2023, en sus elecciones parlamentarias, se alcanzó un hito: más de la mitad de los votos se emitieron por internet (19). 

La democracia digital no solo surge desde instituciones establecidas. Las protestas masivas que ocurrieron en 2019 en Hong Kong, Argelia y Líbano, son muestras que la democracia digital también puede surgir desde la sociedad civil organizándose por redes sociales (20).

Estos ejemplos ilustran cómo la democracia digital está transformando la gobernanza y la participación ciudadana. En los casos de mayor éxito, se logra restituir la confianza en el sistema y dar voz a quienes antes no la tenían.

Desafíos

Hasta la fecha, la democracia digital ha conllevado desafíos significativos. Como ilustró Nathaniel Persily, profesor de Derecho de Stanford: «Internet, que inicialmente se presentó como un beneficio para la democracia, ahora es señalado como un factor de su erosión» (21).

En 2022, el Centro de Investigación Pew, en colaboración con el Imagining the Internet Center de la Universidad de Elon, expuso una perspectiva bastante sombría: aproximadamente la mitad de los participantes señalaron que para 2030, la tecnología digital «debilitaría en su mayoría aspectos de la democracia y la representación democrática» (22).

Desigualdad

Aunque la democracia digital abriga promesas significativas, su materialización completa aún se encuentra en proceso, y las desigualdades entre diferentes grupos sociales continúan siendo un desafío significativo. La brecha digital, que evidencia las desigualdades en el acceso a Internet, restringe la participación a aquellos que disponen de las tecnologías necesarias, marginando y silenciando a los que carecen de dicho acceso. Además, se destaca la presencia de un fenómeno conocido como exclusión digital. Este consiste en la subrepresentación constante o, en algunos casos, exclusión completa de ciertos grupos, como la comunidad LGBTQ+, en los discursos políticos y sociales en línea (23). Por otro lado, algunas opiniones sostienen que la democracia digital podría simplemente emular los patrones convencionales de participación política offline, englobando principalmente a aquellos que de todas formas ya estarían participando (24).

El fenómeno denominado «discriminación automatizada», que ocurre cuando los sistemas de inteligencia artificial perpetúan desigualdades preexistentes inherentes a los datos con los que se entrenan, representa un desafío de gran envergadura. Por ejemplo, el empleo de algoritmos de reconocimiento facial para la validación de identidades o la categorización de individuos para el uso de servicios públicos, puede conllevar la incorporación de sesgos que perjudiquen a los grupos minoritarios. Este tema ha cobrado una importancia central en el debate tanto entre las grandes corporaciones tecnológicas, como en regiones que lideran la regulación tecnológica, tal es el caso de la Unión Europea (25).

Baja calidad del debate

Las perspectivas y discusiones en torno a la participación ciudadana son multifacéticas, desde la percepción de los ciudadanos como ineficientes o apáticos, hasta la noción de que muchos esfuerzos innovadores fallan en su eficacia. Los individuos de una mentalidad más conservadora argumentan que la gente no dispone del tiempo, la formación o la motivación necesarios para involucrarse de manera significativa, sosteniendo que la participación directa podría generar más confusión que transparencia (26).

Es esencial tener en cuenta que la mera disponibilidad de información no asegura su uso efectivo en la deliberación. La presencia de datos no equivale a la educación. Superar la brecha digital es solo el comienzo; el desafío principal reside en tener participantes informados en los asuntos en discusión. En esta dirección, el proceso deliberativo también podría representar una oportunidad para instruir. Si no se logra esto, el resultado sería un debate de calidad deficiente que podría debilitar aún más la confianza en la implementación de la democracia digital, ya que los ejemplos de debates insatisfactorios serán más evidentes que nunca. Los medios digitales tienen la capacidad de amplificar los extremos. Algunas opiniones sostienen que la actual cultura de las redes sociales, con su ciclo constante de noticias 24/7, combinado con la disminución de los periodos de atención en comparación con la era pre-digital, erosiona la posibilidad de un debate democrático productivo (27).

Hoy en día, el debate digital se inicia en las redes sociales. Dado que las plataformas actuales están sujetas a empresas que deben rendir cuentas a sus inversores, buscan maximizar la atención del usuario. Esto crea una «burbuja» que mantiene a los usuarios cómodos y los incita a pasar más tiempo en la plataforma. Estos algoritmos moderan automáticamente qué se muestra, cómo se muestra y cuándo se muestra. Sin embargo, este comportamiento tiene un efecto polarizador, ya que se exponen noticias de mayor impacto emocional para retener a los usuarios. Esta conducta algorítmica contradice la esfera pública deliberativa esencial para la democracia, en cambio, favorece una esfera comunicativa polarizada (28).

Las redes sociales se han transformado en herramientas para la difusión de engaños y desinformación, así como para la amplificación de posiciones políticas polarizadas. La falta de una educación digital adecuada entre los ciudadanos no solo les afecta a nivel individual, distorsionando su interpretación de la realidad y conduciéndolos a posturas extremas, sino que también genera un efecto colectivo que erosiona la confianza en las figuras de liderazgo político (29).

Autoritarismo digital

La salvaguarda de la privacidad de todos los participantes es esencial para que puedan ejercer su derecho al voto conforme a sus convicciones, sin coacciones indebidas, protestar de forma anónima sin miedo a represalias, asociarse libremente, manifestar sus puntos de vista y acceder a información que despierte su interés. Si tal privacidad no se garantiza, los gobiernos autoritarios pueden limitar la libertad de participación y abortar cualquier esfuerzo por instaurar una democracia digital que sea inclusiva y representativa de la población.

La tecnología, incluyendo desde la supervisión masiva respaldada por inteligencia artificial hasta la censura a gran escala, está siendo cada vez más empleada por los gobiernos autocráticos como un medio para oprimir a sus ciudadanos y mantener a raya a los críticos, ya sea en su propio territorio o en el extranjero (30). 

Existen casos documentados en los que estos gobiernos han establecido limitaciones, interrumpiendo el acceso a Internet o bloqueando las redes sociales temporalmente cuando les resultaba estratégicamente ventajoso (31). Un ejemplo de esto, es el caso del gobierno mexicano utilizando el software Pegasus para espiar, rastrear y acosar a periodistas, miembros de la sociedad civil y activistas (32). Además, la censura en línea, también representa una amenaza significativa. Aún enfrentamos el desafío de construir confianza en el entorno en línea.  Estas prácticas de vigilancia y censura impuestas por los gobiernos, junto con los bloqueos de Internet, plantean obstáculos en la arena de la democracia digital (33).

Seguridad y privacidad digital

Un estudio reciente del Identity Theft Resource Center determinó que hacia finales de 2022 se habían registrado 422,143,312 casos de violaciones de datos a nivel global (34)  Las bases de datos electorales y los sitios web de reportes de resultados se presentan como blancos susceptibles para los ciberdelincuentes que buscan explotar diversas debilidades (35).

Un mal diseño en un sistema de votación digital puede derivar en la desestabilización de los procedimientos democráticos. Los detalles relativos a la votación y participación son de naturaleza confidencial, dado que brindan a los gobiernos la oportunidad de rastrear el voto ciudadano y examinar tendencias electorales, lo cual deja expuesta la posibilidad de eventuales manipulaciones. En consecuencia, la seguridad de los datos se convierte en un elemento esencial al diseñar un sistema electoral digital. Una inadecuada gestión de los datos de voto, así como una disminución en la confianza hacia las instituciones gubernamentales, puede alimentar la desconfianza respecto a los resultados de dichos procesos electorales. Abordar estos aspectos se vuelve crucial para asegurar la transparencia e integridad de los sistemas de votación digitales (36).

La comunidad blockchain ha enfocado sus esfuerzos en experimentar con el resguardo de datos personales, subrayando la necesidad de simplificar los procesos de verificación de identidad. Una propuesta particularmente innovadora de Vitalik Buterin, en colaboración con la fundación sin ánimo de lucro Democracy for Earth Foundation, ha resultado en la construcción del sistema de verificación de identidad social humana en Ethereum, denominado Proof of Humanity (PoH) (37).

La iniciativa PoH, que se manifiesta como un ‘directorio telefónico digital’, genera un registro inmutable de personas con identidades verificadas. Pese a su aparente simplicidad, el sistema emplea una tecnología avanzada que podría ser utilizada como plataforma para múltiples aplicaciones, desde la mejora de procesos electorales hasta la eliminación de bots y desinformación. La idea de una identificación descentralizada, también conocida como ‘identidad autónoma’ (SSI por sus siglas en inglés), está adquiriendo popularidad como alternativa a nuestro actual sistema de identidad global centralizado (38). 

En quien controla el código reside una cuota significativa de poder. De ahí que la inserción de herramientas digitales en marcos robustos de rendición de cuentas y transparencia sea vital para consolidar y preservar la confianza del público. Expertos sugieren el uso de plataformas de código abierto para permitir un mayor acceso al control de dichas herramientas a aquellos sectores de la población con habilidades técnicas (39).

Referencias bibliográficas:

  1. Adam Moe Fejerskov, Trine Rosengren Pejstrup, Alma Andersen Tjalve. Tech for Democracy: Learnings from the Year of Action. [Internet]. [Consultado 9 Julio 2023]. Disponible en: https://techfordemocracy.dk/wp-content/uploads/2023/06/Tech-for-Democracy-2023-Pixie-WEB-a.pdf 
  2. The Economist Intelligence Unit. Democracy Index 2022. [Internet]. [Consultado 27 Jun 2023]. Disponible en: https://www.eiu.com/n/campaigns/democracy-index-2022/
  3. International IDEA. The Global State of Democracy 2022. [Internet]. [Consultado 27 Jun 2023]. Disponible en: https://www.idea.int/democracytracker/sites/default/files/2022-11/the-global-state-of-democracy-2022.pdf  
  4. Scartascini, C. (2021) Trust – the key to social cohesion and growth in Latin America and the Caribbean. Inter-American Development Bank
  5. Nesta. Digital Democracy: The Tools Transforming Political Enagagement [Internet]. [Consultado 28 Jun 2023]. Disponible en: https://media.nesta.org.uk/documents/digital_democracy.pdf
  6. OECD. OECD Recommendation on Digital Government Strategies.  [Internet]. [Consultado 27 Jun 2023]. Disponible en: https://www.oecd.org/gov/digital-government/recommendation-on-digital-government-strategies.htm 
  7. OECD. The OECD Digital Government Policy Framework: Six dimensions of a Digital Government. [Internet]. [Consultado 27 Jun 2023]. Disponible en: https://www.oecd-ilibrary.org/docserver/f64fed2a-en.pdf?expires=1688916634&id=id&accname=guest&checksum=71755A97DB4009F817DD4A0AB4BB5646 
  8. Savio Cheyaden. Session 9: Digital for democracy, opportunities and challenges. [Internet]. [Consultado 27 Jun 2023]. Disponible en: https://medium.com/updating-democracy-rebooting-the-state/session-9-digital-for-democracy-opportunities-and-challenges-f6b01cc82d34
  9. Rosie Beacon. What Is the State of Debate on Digital Democracy?. Tony Blair Institute for Global Change. [Internet]. [Consultado 27 Jun 2023]. Disponible en: https://www.institute.global/insights/tech-and-digitalisation/what-state-debate-digital-democracy#footnote_list_item_58
  10. Gianluca Sgueo, European Parliamentary Research Service. Digital democracy: Is the future of civic engagement online? [Internet]. [Consultado 27 Jun 2023]. Disponible en: https://www.europarl.europa.eu/RegData/etudes/BRIE/2020/646161/EPRS_BRI(2020)646161_EN.pdf 
  11. Savio Cheyaden. Session 9: Digital for democracy, opportunities and challenges. [Internet]. [Consultado 27 Jun 2023]. Disponible en: https://medium.com/updating-democracy-rebooting-the-state/session-9-digital-for-democracy-opportunities-and-challenges-f6b01cc82d34
  12. Savio Cheyaden. Session 9: Digital for democracy, opportunities and challenges. [Internet]. [Consultado 10 Jul 2023]. Disponible en: https://medium.com/updating-democracy-rebooting-the-state/session-9-digital-for-democracy-opportunities-and-challenges-f6b01cc82d34
  13. Marisa Peacock. (2009) The Search for Expert Knowledge Continues. Disponible en: https://www.institute.global/insights/tech-and-digitalisation/what-state-debate-digital-democracy#footnote_list_item_58.
  14. Gianluca Sgueo, European Parliamentary Research Service. Digital democracy: Is the future of civic engagement online? [Internet]. [Consultado 27 Jun 2023]. Disponible en: https://www.europarl.europa.eu/RegData/etudes/BRIE/2020/646161/EPRS_BRI(2020)646161_EN.pdf  
  15. Andrea Amaya Porras, France 24. El Gran Debate Nacional en Francia llegó a su fin [Internet]. [Consultado 27 Jun 2023]. Disponible en: https://www.france24.com/es/20190316-gran-debate-nacional-francia-fin 
  16. Union Europea. Iniciativa Ciudadana Europea. [Internet]. [Consultado 27 Jun 2023]. Disponible en: https://europa.eu/citizens-initiative/_es 
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  21. Savio Cheyaden. Session 9: Digital for democracy, opportunities and challenges. [Internet]. [Consultado 27 Jun 2023]. Disponible en: https://medium.com/updating-democracy-rebooting-the-state/session-9-digital-for-democracy-opportunities-and-challenges-f6b01cc82d34
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  33. Savio Cheyaden. Session 9: Digital for democracy, opportunities and challenges. [Internet]. [Consultado 10 Jul 2023]. Disponible en: https://medium.com/updating-democracy-rebooting-the-state/session-9-digital-for-democracy-opportunities-and-challenges-f6b01cc82d34
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  39. Romy Grasgruber-Kerl. Democracy Technologies. Why Open Source is a Must for Digital Participation Platforms. [Internet]. [Consultado 10 Jul 2023]. Disponible en:  https://democracy-technologies.org/opinion/a-plea-for-open-source/ 
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Kevin Nguyen

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